Un buen colchón infantil no es solo un lugar donde dormir. Es el espacio donde los niños sueñan, crecen y recuperan energías para vivir cada día con ilusión. En Sleepers hemos visto cómo elegir bien el colchón de los más pequeños marca la diferencia en su descanso: menos despertares, más comodidad y un despertar con sonrisas.
En Santiago de Compostela, muchas familias se acercan a nuestra tienda buscando ese colchón que acompañe a sus hijos en etapas clave. La elección depende mucho de la edad, los hábitos de sueño y el tipo de cama, pero siempre con una idea clara: su descanso es también la tranquilidad de toda la familia.
Cuando los niños crecen, sus necesidades cambian. Un colchón demasiado blando ya no les resulta cómodo y empiezan a necesitar más firmeza y soporte para la espalda. En esta etapa, el cuerpo se desarrolla rápido, y un buen colchón ayuda a que cada noche sea reparadora.
Muchos adolescentes en Santiago buscan independencia en su habitación y agradecen tener un colchón más amplio, como un 90×190 o incluso un 105×190. Es un detalle que les da comodidad y espacio, tanto para dormir como para estudiar y relajarse en su propio rincón.
Las camas nido son muy prácticas en hogares gallegos donde se busca aprovechar cada espacio. El colchón para cama nido debe ser cómodo, ligero y fácil de guardar, pero sin perder calidad en el descanso. En Sleepers solemos recomendar opciones viscoelásticas o de espuma que aportan confort y facilidad de manejo, algo que las familias agradecen mucho en el día a día.
El colchón es importante, pero también lo es la base. En una cama infantil o juvenil, la combinación de somier de láminas y colchón crea un conjunto que garantiza estabilidad y comodidad. Lo bonito es que, al elegir bien, los peques no solo tienen un lugar para dormir, sino su propio espacio de descanso y crecimiento.
Medida versátil: el colchón de 90×190 es perfecto para la etapa de crecimiento: ofrece espacio suficiente sin ocupar demasiado en la habitación.
Firmeza media adaptable: ni demasiado duro ni demasiado blando: la firmeza media es la que mejor acompaña sus cambios de postura y hábitos de sueño.
Transpirabilidad: un buen colchón de 90 debe permitir la circulación del aire para evitar calor excesivo y garantizar un descanso fresco.
Uso del día a día: además de dormir, muchos adolescentes usan la cama para leer, estudiar o descansar. Un colchón bien elegido debe responder a esos momentos.
Cada niño tiene su propio ritmo, pero suele ser recomendable pasar de la cuna a una cama más grande entre los 2 y 3 años. Después, alrededor de los 8 o 9 años, muchos padres en Santiago se plantean dar el salto a un colchón de 90×190 o incluso a uno de 105×190, porque los peques crecen rápido y necesitan más espacio. Lo importante no es solo la edad, sino observar si tu hijo empieza a dormir encogido, se mueve mucho durante la noche o ya no descansa cómodo. Ese es el mejor momento para hacer el cambio.
En el caso de los más pequeños, no conviene un colchón excesivamente blando ni demasiado duro. Lo ideal es una densidad media, que ofrezca apoyo firme pero cómodo. De esta forma, la espalda se mantiene recta mientras el cuerpo se adapta suavemente al descanso. En Galicia, donde la humedad puede afectar al sueño, muchos padres prefieren colchones con buena transpiración y fundas lavables, porque además de cómodos resultan prácticos para el día a día.
